La enfermedad celíaca es de origen autoinmune. Uno de los mayores problemas para la salud es la agresión al intestino delgado, ocasionando un aplanamiento en sus vellosidades, disminuyendo la superficie de absorción y condicionando al que la padece a un gran espectro de deficiencias nutricionales con la sintomatología que lo acompaña.
Según la OMG (Organización Mundial de Gastroenterología) se define como “una forma crónica de enteropatía de mecanismo inmunológico que afecta el intestino delgado de niños y adultos genéticamente predispuestos; es precipitada por la ingestión de alimentos que contienen gluten. También se la conoce como esprúe celíaco, enteropatía sensible al gluten o esprúe no tropical”.
Las causas de la enfermedad son al momento genéticas, aunque se continúa estudiando sobre esto. Las personas que la desarrollan son aquellas que poseen los genes, los antígenos leucocitarios humanos (HLA) DQ2 y DQ8, al menos uno de estos es identificado para ser celíaco. Sucede cuando el portador es expuesto al gluten, o consume alimentos que lo contienen. El gluten abarca dos tipos de proteínas, que resultan tóxicas para los celíacos, la gliadina y la glutenina que están presentes en el trigo, avena, cebada y centeno.